La familia paraguaya

[pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»30%»] …de las rebeldías profundas (I)[/pullquote]

Una de sus referencias favoritas eran – también de sus acólitos—, «…por la unidad de la familia paraguaya» y las cárceles todos los días se llenaban de gente maltratada. El episodio que más golpeo la conciencia Nacional fue el de Apolonia Flores, una menor de diez años acusada de pertenecer a una peligrosa gavilla de guerrilleros en el «caso Caaguazú» (1981), la golpearon para que diera los nombres de los cabecillas, ella nunca hablo, porque nada sabía. El año 1989, tras el golpe se reabría el diario abc Color, y vimos a  Apolonia Flores, en la acera del diario —ya adolescente— pidiendo ayuda económica para vivir, huérfana de familia y de la sociedad.

Considerando que…

foto adentro 1La cercanía del fin de las vacaciones y las pieles bronceadas están por llegar a su fin, nos preparamos para enfrentar un año duro, nos pasearemos por la ciudad, y la veremos alegre, lúdico, en ánimo y contenido.

No sabemos, si el top ten de los mejores sitios para encontrar mujeres hermosas sea esta ciudad, o tal vez en la televisión comercial que nos da vuelta la página, quizás  para olvidarnos de los graves problemas que sufrimos los paraguayos. Es algo parecido a esto. Pero nuevamente la actualidad nos lleva por otros caminos, más pedregosos y menos refrescantes.

El sábado 23 de febrero de 2013, vecinos de las inmediaciones del Mercado Nº 1 se vieron consternados por un trágico episodio de feminicidio y posterior suicidio de un hombre que, presuntamente, no soportó que la mujer haya decidido terminar la relación de pareja que mantenían, luego de diez años de vivir juntos.

La víctima fue Irma Yeruta Velorto, de 29 años, y el presunto autor, que luego de cometer el asesinato se quitó la vida, fue identificado como Julián Fleitas Garcete, de 38 años, informaron los agentes de la Comisaría Tercera Central, de Luque.

Según el Informe de derechos humanos 2012 de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), los esfuerzos del Estado, a través de sus instituciones, son acotados como insuficientes e incluso ineficientes en algunos ámbitos, sobre todo a la hora de acceder a la justicia o de hacer extensivos los servicios a todo el país.

foto adentro 2Las causas de que ocurra en el país un feminicidios cada 11 días, se deba a las condiciones en la enseñanza venida desde la era de la dictadura, en donde los preceptos eran el «don del macho» a todo nivel.

Se exaltaba que el «rubito» fuera un bohemio. Nuestros mayores crecieron en la creencia de que eran superiores a nuestras féminas. Los pequeños de la época miraban, inocentes, y esa visión de la «mujer de un gobernante»  –por decir lo menos— jugaba a ser «macho ejemplar», a consejero emocional de la Nación, y hasta nos parecían benévolos.

Una de sus referencias favoritas eran – también de sus acólitos—, «…por la unidad de la familia paraguaya» y las cárceles todos los días se llenaban de gente maltratada. El episodio que más golpeo la conciencia Nacional fue el de Apolonia Flores, una menor de diez años acusada de pertenecer a una peligrosa gavilla de guerrilleros en el «caso Caaguazú», (1981), la golpearon para que diera los nombres de los cabecillas, ella nunca hablo, porque nada sabía.

El año 1989, tras el golpe que derrocó a Stroessner,  se reabría el diario abc Color, y vimos a  Apolonia Flores, en la acera del diario —ya adolescente— pidiendo ayuda económica para vivir, huérfana de familia y de la sociedad.

Se ufanaban los ideólogos oficialistas, «…era el concepto de “la familia paraguaya» lo que para otros era “el cáncer marxista”, —esto lo dejaremos para el próximo capitulo—, y cómo el objetivo de todos –de ellos, los primeros— era salvaguardar ese valor supremo», el Aquelarre de la reunión nocturna era hacer prevalecer el valor del macho cabrío.

Aparecían en la pantalla del único canal de televisión, si mal no recordamos, entre la efervescencia de los matones partidarios y los 40 grados de calor, de aquel verano.

Las madres y sus hijos eran apresados, –entre los que se cuenta un abogado, una asistente social y un médico— se culpaban mutuamente, en esta historia hay muertos y desaparecidos (*).

Un valor supremo por el que varios ‘hijos’ de nuestras familias todavía sufren por cierto, es el demérito al valor de la mujer.  Ése es, a ratos, el paradigma de la familia paraguaya. Que levante la mano el que no haya visto en su propia sangre a un hijo despreocupado, a un padre castigador, una madre indolente, un hermano aprovechador. Que levante la mano el que no haya reclamado por un primo macuquero, por un tío de dudosa moral, por una abuela represora, la explotación infantil por parte de sus padres, en trabajos no aptos a su edad. Que levante la mano.

En cada ‘familia paraguaya’ hay al menos un ejemplar de estas características, y por desgracia en algunas hay varios. “Los derechos humanos comienzan por casa”, decía Galeano, y cuando más estamos levantando la voz para recordarlo, cuando más transidos estamos de moral consanguínea, alguien nos recuerda que una vez nosotros mismos, que un castigo, que un silencio, que un grito, que un maltrato.

Miramos escenas como estas y nos damos con una piedra en los dientes porque ese viejo  tiempo no se haya ido para siempre, porque recientemente, en el «Caso Curuguaty» un tribunal supremo ha condenado a dos años de prisión, a un menor de 16 años como cómplice y encubridor de la matanza de junio de 2012, en donde perdieron la vida 17 campesinos paraguayos, y se haya destituido a un presidente.

Esta vez mejor no pensar en nadie, aunque recordamos la pesadilla de Apolonia Flores, la niña del «Caso Caaguazú» del año 1981, la amarga imagen de nuestra juventud. Hoy entrados en años seguimos viendo las injusticias de un régimen perverso que culpa a los niños, por lo que supuestamente hacen sus mayores, la Ley nos exige no dar su nombre por ser un menor de edad.
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(*) Datos del libro «La dictadura de Stroeesner y los Derechos Humanos» de José Luis Simón, Comité de Iglesias, Vol.1.

Marzo 2013.—

Lectura Adicional
«Nuestra dimensión de lo humano».

lectura adicional 1Sobre las rebeldías profundas existe un vacío histórico, producto de silenciamientos intencionales y sistemáticos. Sobre las rebeldías de las mujeres en especial, les ha creado  el efecto de “no—existencia”, desde la civilización judío— cristiana, hasta nuestros días ha sido el paso de las mujeres, hasta llegar a la civilización actual.

La historia que conocemos es la de los varones. Se relató, escribió y memorizo en bibliotecas y fabulas. Está construida sobre ciudades, monumentos y ruinas. Esta historia fue hecha de gestos y gestas de sus diferentes “culturas”, variantes del mismo sistema civilizatorio, basado en un entretejido de ideas de superioridades y dominios. Para estudiar la masculinidad tenemos esta historia, que traspasa tiempos y espacios con nombres y apellidos, héroes y dioses.

Los estudios de la masculinidad no son otra cosa que el estudio de Dios, Jesucristo, que imponen una ética y una estética de lo que ¿nos gusta? a todos y que define lo bueno y lo malo. Esta ¡impertinencial es la historia que se estudia para comprender el universo y la vida.

Desde la Italia, cuna de la civilización, se escucha el eco de las “infamas” de Silvio Berlusconi, Primer Ministro italiano, defender a su líder durante las elecciones de febrero de 2013, frente a las ligas femeninas que semi—desnudas protestan ante las arremetidas machistas de Berlusconi, que le gritaban ¡¡Fino a quando Silvio Berlusconi!!.

El escritor Affonso Romano de Sant’Anna en el periódico O Globo (Río de Janeiro, 16 de febrero de 1999), deja claro que carnavalizar es exponer “il mondo alla rovescia”, como lo suele hacer Silvio Berlusconi, usando la risa para, a la inversa, hacer aún más fiable su comportamiento

El extrañamiento que genera el hecho de la utilización de la mujer nos hace percibir más agudamente las cosas. Por otro lado, siguiendo las reflexiones de Gérard Genette en el libro Palimpsestos, donde los fingimientos están ligados a la parodia, que, etimológicamente, remite a la idea de canto que se desarrolla al lado de otro, canto en falsete, contra canto.

Este líder de la derecha italiana oculta, en su profunda oscuridad, el odio contra las mujeres, la «misoginia», ese sentimiento construido para el dominio y la explotación de las mujeres, sostenido en un entretejido de ideas—creencias, ¿Será esto lo que busca hacer nuestra derecha criolla a través de la televisión?.

También es un acto civilizatorio que contiene el «odio y el desprecio entre las mujeres mismas», ¿Usted vio alguna vez, baila conmigo Paraguay, por TV Futuro, o Yingo por el 13? y esto es muy eficiente para el sistema de la derecha. Y no se resuelve a través de las reivindicaciones y los accesos a la misma cultura que la produce, que lleva milenios perfeccionando y adornando de modernidades la misoginia.

¿Cómo ver a las mujeres y ser mujer, después de este vacío histórico, de tal manera que no produzca vértigo ni rechazo? ¿Se pueden suplir siglos de oscuridad, matanzas y maltrato sin priorizar el estudio sobre estos personajes de «primer mundo»?  La historia es que la mujer, en los últimos tiempos, ha pretendido rellenar con el concepto de «género».

Los estudios y la instalación de la masculinidad—feminidad llevan milenios. La historia de los varones nos relata e instala como femeninas, y a los estudios de género, «…tampoco es suficiente tener el documento final cada vez más bonito, lo que necesitamos es acción, no necesitamos otro documento para la galería, necesitamos acción y determinación», dijo la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Michelle Bachelet, en el arranque de dos semanas de debates en la ONU sobre la situación de la mujer en el mundo.

Los estudios de las mujeres ¿desde una perspectiva política y filosófica tienen una desventaja obvia y se los percibe como una «parcialidad», como un apéndice del mundo ya constituido, no como el mundo y la humanidad.

Lo que no se soporta es que para conocer a las mujeres «no como femeninas» ni como un «fenómeno de estudio»— tengamos que cuestionar la historia  de los varones. Los varones «como colectivo— llevamos siglos haciendo cultura, solos, política solos, historia solos, ciencia, filosofía y religiones, solos, construyendo la masculinidad y definiéndose ¡qué impertinencia!.

Cuando las mujeres —como colectivo— quieren hacer cualquiera de estas cosas, solas, las miran horrorizados y horrorizadas: ¡cómo van a hacer y ser sin nosotros!; y vuelven a depositar, en los poderosos, ajenos, nuestro relato, deseos y aspiraciones… es «Nuestra dimensión de lo humano».

 

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