[pullquote align=»left|center|right» textalign=»left|center|right» width=»30%»]Vivimos tentados a añorar aquel orden original[/pullquote]
Desde su nacimiento, la fotografía se ha convertido al pasar de los años, en una mirada al pasado, pero una mirada, sin rencores ni temores, en esa mirada al pasado, en donde el mundo se sostiene así en la fragilidad de una mirada fragmentada por el tiempo, donde en fracciones de segundos se apretó el botón, y el obturador ralentiza nuestra espectralidad.
Cuando miramos una fotografía, aun cuando sin tener texto, ellas nos envían un mensaje, una fotografía está, por lo general, construida en base a añoranzas, es lo que ocurre con las imágenes que nos muestran los autores de 35 lugares abandonados, (marcianosmx.comwp).
No enfatizan respecto a lo que nos muestran, ellos trabajan de frente a la melancolía y la nostálgica, pasaron por Luque, sus autor, seguro que «sufren de optimismo», conjeturamos han de ser personas que miran hacia adelante, el rol o sus problemas, se hacen evidentes en la necesidad de reconocer que no todos hablamos de lo mismo, que existen visiones distintas y que las propuestas de apoyo para poder fotografiar, sin duda, también lo son.
Hoy, y no sólo en nuestro país, las grandes diferencias radican en qué entendemos por fotografía y cómo explicarnos los cambios y tensiones que a experimentado el paso de los siglos.
Nadie podría negar que las fotografías no sean iguales a las de antes. Sin embargo, esta constatación genera desconcierto, preocupación o la percepción de que un orden preestablecido estaría en peligro. Esta sensación puede explicarse porque efectivamente dichos cambios son dinámicos, se producen día a día y emplazan ya no sólo a las personas o a sus redes, sino lisa y llanamente a la humanidad.
La fotografía toca temas como la pobreza, la educación sexual, la violencia, el consumo de drogas, la seguridad ciudadana, las responsabilidades, el divorcio, la igualdad entre hombres y mujeres, son tópicos que hace años salieron del círculo privado para instalarse con tal fuerza en el universo de preocupaciones de la sociedad paraguaya, que hoy son parte de las políticas públicas, en la conservación de monumentos.
Desde su nacimiento, la fotografía se ha convertido al pasar de los años, en una mirada al pasado, pero una mirada, sin rencores ni temores, en esa mirada al pasado, en donde el mundo se sostiene así en la fragilidad de una mirada fragmentada por el tiempo, donde en fracciones de segundos se apretó el botón, y el obturador ralentiza nuestra espectralidad.
Ante tal precisión, afloran las preocupaciones, muchos nos sentimos tentados a añorar aquel orden original, pensando todos los esfuerzos que se concentraron en reforzar esa fotografía tradicional, todo volvería a sus causes naturales y los problemas desaparecerían.
Cuando Jesús Ruiz Nestoza, acompaño al exilio a nuestro bate, Augusto Roa Bastos, tomó ese momento, que, al pasar de los años, creemos, fue la mejor fotografía tomada a un momento de nuestra historia Patria.
Lamentablemente, esto no pasa de ser una conjetura, un reclamo fuera de contexto. Si pensamos en todos los factores, coyunturas, soledades y fuerzas que inciden en que ya no seamos los mismos de antes, concluiremos razonablemente que dichos cambios no sólo son una realidad, son más que un dato de la causas de los tiempos que corren, sino una evidente expresión de la evolución político – cultural de toda sociedad.
En los miles de años de humanidad ni la especie, ni las civilizaciones, ni menos las formas en que los seres humanos estructuramos y organizamos nuestra vida, la fotografiar ha permanecido inmutable.
Pero a pesar de esta obviedad, la fotografía explica el estado del mundo en nuestra ausencia, en todos los sectores sigue manteniendo una postura conservadora a la hora de entender esta dimensión de la vida de las personas.
Mañosamente hay quienes insisten en confundir el rol de la fotografía con la forma que ésta adquiere para así ver el ayer, y si fuese una fotografía reciente, a corto tiempo nos contara el tiempo que paso y de su existencia.
Forma y fondo, el antiguo debate humanista. De allí que no sea errado sostener que las diferencias entre los que ven todo igual (conservadores) y los que lo ven todo cambiado (progresistas) son finalmente- valóricas, pues tenemos miradas, conceptos y posturas distintas acerca de lo que es nuestra vida cotidiana en la fotografía.
A riesgo de simplificar en demasía podríamos decir que para el mundo tradicional lo más relevante es la forma en que se constituye la fotografía.
En esta lógica la fotografía se define como aquella imagen, por excelencia, el médium de la publicidad gigantesca que se hace el mundo, que se hacen los objetos, forzando a nuestra imaginación a borrarse, a nuestras pasiones a extrovertirse, rompiendo el espejo que le ofrecíamos para capturarlas. Sin embargo, a pesar del arraigo que tiene este concepto, tal definición es insuficiente y dista mucho de dar cabal cuenta del rol social y cultural de la fotografía.
En efecto, no sólo para los expertos sino sobre todo para la gente común, la fotografía es mucho más. Ha llegado a ser, literalmente, lo más importante en la vida de las personas y no precisamente debido a un apego a las formas, sino a los sentidos.
Justamente, la trascendencia de la fotografía radica en el tipo de acontecimientos y relaciones vitales que allí acontecen y que construimos, en los afectos satisfechos o insatisfechos, en los aprendizajes, aciertos o errores, en las dinámicas, en la solidaridad o abandono que experimentamos.
El fotógrafo de 35 lugares abandonados, estuvo o pasó por Luque y fotografió la chimenea de una ex fábrica de caña abandonada en 1947, año en que fue monopolizado el alcohol de caña hace 65 años. La propiedad paso de generación en generación, pero la fotografía nos trae a la memoria este espacio privilegiado para la formación de la identidad, para el desarrollo afectivo, la protección, la crianza, la subsistencia y la contención.
Se trata de una forma distinta de cualquier otra, pues la vinculación entre lo que fotografian es esencialmente afectiva. Esta mirada al pasado da especial relevancia a la función que cumple la fotografía en el desarrollo individual y social de las personas.
De allí que hoy en día hayamos acuñado el concepto de la diversidad de fotografiar en alusión a las distintas formas de vivir en la fotografía: monumentos hechos por nuestros antepasados, las revoluciones, la guerra, el tiempo que le toco vivir a nuestros abuelos o tíos que criaron a nuestros padres sobrinos, hermanos adultos que sacan adelante a sus hermanos pequeños, padres separados a cargo de sus hijos, padres o madres solos, ya son estampas ensambladas, al fin.
Los luqueños pasamos todos los días frente a estos monumentos y no alcanzamos a percibir la riqueza que esta frente a nosotros. Pero este proceso no es fácil. Los cambios productivos, de la sociedad actual en relación a la actual, se conjugan entre capital-trabajo-fotografía, las modificaciones socio demográficas, los procesos económicos y sus impactos sociales, los cambios culturales, simbólicos y de representación, son hoy temas en debate y se han vuelto parte del consciente social.
Esto es un gran avance porque junto con aspirar a valores como una sociedad entre mujeres y hombres, la sociedad paraguaya se está pensando a sí misma con miras a una mejor calidad de vida.
Octubre 2013.-