Luqueños rememoran los misterios de la pasión y muerte de Cristo.
«En el misterio pascual, Dios Padre, por medio del Hijo en el Espíritu Paráclito, se ha inclinado sobre cada hombre ofreciéndole la posibilidad de la redención del pecado y la liberación de la muerte». Juan Pablo II
La población de Luque, suele dividirse en dos o más grupos para la celebración. Algunas compañías optan por la peregrinación al Santuario Virgen del Rosario de Luque, mientras que algunas familias vienen de otras ciudades para visitar parientes y unirse a las celebraciones litúrgicas.
Los feligreses al caer la mañana del Domingo de Ramos, dan inicio la Semana Santa con la entrada del Cristo al santuario, donde los siguientes días con la compañía de los estacioneros, marcharán en grupo, en procesión, entonando canciones religiosas, con una verdadera devoción se detienen a orar y cantan en los calvarios preparados.
Toda la noche del jueves, hasta la madrugada del viernes, los feligreses se mantienen en vigilia, ante la réplica del cuerpo ensangrentado del Redentor. El ambiente lleno de congoja y subidos tonos de dolor y misericordia, que trasuntan los rostros de los penitentes, soportando el cruel tormento a que fue sometido el Nazareno.
El «Vía Crucis» latín de «Camino de la Cruz», también conocido como «Estaciones de la Cruz» y «Vía Dolorosa», se trata de un camino de oración que busca adentrarnos en la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su camino al Calvario. Como en los últimos años, la Municipalidad de Luque en un trabajo conjunto con el Santuario-Parroquia Nuestra Señora del Rosario, han representado con una serie de imágenes de la Pasión o «Estaciones» correspondientes a incidentes particulares que Jesús sufrió hasta ser crucificado. Una historia que ha prevalecido por más de dos mil años entre nosotros.
Un momento de enseñanza dentro de la celebración constituye el «lavatorio de los pies» ceremonia que se suele hacer en la plazoleta de la Iglesia. El Viernes Santo es de recogimiento total y general en la comunidad. A las 15:00 horas ocurre el descenso de la cruz del cuerpo de Jesús; un laico, con notable timbre de voz, lee el pasaje bíblico de las siete palabras, que Jesús había pronunciado en la Cruz, antes de expirar.
Los «apóstoles» encargados de bajar la imagen actúan con finura, delicadeza y solemnidad, para depositar de nuevo en la urna y dejarla dentro del templo para permanecer todo el día sábado, para el tradicional tupaitú, aguardando la misa de Gloria.
El Domingo de Pascua, la imagen de Jesús retornaba al oratorio, conducida por los jubilosos peregrinantes, cuyos ánimos pletóricos de entusiasmo se asociaban a la magia del sonido de la banda de músicos, con el ritmo de una alegre música paraguaya, dejando atrás los dolientes momentos. Es esta la tradición que año tras año rememora la resurrección de Jesucristo.
En cada una de las oraciones, la comunidad creyente reflexiona por un futuro mejor, la falta de trabajo, la inseguridad, la gente que sale del país en busca de trabajo, el desamparo de la familia, sin siquiera avizorar perspectivas de cambio en sus vidas. Ante esta cruda realidad, la población recurre a su iglesia como ultimo recurso de encontrar la paz que el estado no brinda.
Abril 2014.-